sábado, 23 de marzo de 2013

EL DÍA DE LA POESIA-2013

Mi corazón se despertó este día
de un profundo y delicado sueño,
al ver que había amanecido
queriendo recitar las poesías
que llevo dentro del alma mía,
acariciando el amor encendido
que llama por los sentidos
para llenarlos de feliz alegría.

 Podía sentir que la esperanza venía
acariciada por mis viejas manos
 que con emoción escribían 
los sueños abandonados
que despiertan en mí todavía
y riegan la terrible sequía
que seca los floridos ramos
que florecen en el templo sagrado
donde está descansando mi vida.

La brisa del jardín de la poesía
penetra en el alma encantada
y hace resplandecer la mirada
en esta mañana amanecida,
que ha dejado la noche dormida
entre las esperanzas veniales
que consuelan todos los males
y dan a la vida la bienvenida.

Escribir es para mí,
lo más importante de mi vida,
porque siento el gran deseo
de querer siempre transmitir
lo que llevo en el pensamiento.
Escribiendo es como alcanzo
los verdaderos deseos
de combatir la ignorancia
que muestro con mi palabra.

Con la escritura yo descubro
los horizontes de la vida
y siento latir el amor
dentro de mi corazón,
para alcanzar la caricia
que me envía el Creador,
cuando el lamento del mundo
invade la propia intimidad
y penetra en el silencio
que no puedo soportar.

Escribiendo me acarician los deseos
de pintar con versos el cielo
y todos los hermosos paisajes
que vienen a mi encuentro,
para ofrecer todo aquello
que hoy está escribiendo,
este Viejo Anselmo, "El Cartero"      

martes, 12 de marzo de 2013

YA SOY VIEJO

Envejecer es inevitable,
pero hay que tener en cuenta
que no está a nuestro alcance,
porque todo lo que tenemos
nos ha sido prestado
para que sepamos aprovecharlo.

Con un poco de suerte
uno puede llegar a ser viejo,
pero no todos consiguen
adquirir la sabuduría
que da la anciana vida.

El secreto para no envejecer
consiste en no dejar de aprender
y difrutar de todo aquello
 que nos han prestado 
teniendo a nuestro lado
todo lo positivo de las cosas,
sin perder nunca los sueños
ni las ganas de vivir.

Los viejos no dejamos de amar
porque envejecemos,
envejecemos si dejamos de amar,
porque las arrugas del espíritu
nos hacen ser más viejos
que las arrugas de la cara,
que siempre seguira siendo bella
porque su belleza pasa al corazón.

El Viejo Anselmo

CUANDO LLEGA LA JUBILACIÓN

Es normal que al llegar
la merecida jubilación,
sintamos un cambio muy grande
en nuestra forma de vivir.
 
Toda novedad en nuestra vida
requiere un gran esfuerzo,
para poderse acostumbrar
a poder vivir sin trabajar.

Tendremos que adaptarnos
a todos esos cambios que hay
al dejar atrás el trabajo
con el cuerpo cansado.

Si nosotros nos jubilamos
a los sesenta y cinco años,
ya tenemos media vida
con la esperanza cumplida.

Teniendo por delante
la etapa más complicada
de nuestra larga existencia
que muere pero no se acaba.

Si afrontamos el retiro
como una feliz actividad
que tenemos que atravesar,
hallaremos la eterna paz.

Es la recompensa que tenemos
por el trabajo realizado,
que necesita el merecido descanso
para poder llegar al cielo.

El Viejo Anselmo

SAN PEDRO CRISTIANO

Hay en Rimor un Santo
al que todos imploramos
y elevamos nuestro canto,
es San Pedro Cristiano
el gran amigo del Señor,
que consoló su gran dolor
con el birrete de San Bernardo,
que lo acercó más a Dios.

 San Pedro Cristiano
nació en el berciano Rimor
y en el Monasterio de Carracedo
siendo un niño ingresó
para hacerse benedictino
por la gracia de Dios.

Desde Carracedo fue enviado
con San Gil de Casaio
a San Martín de Castañeda
en las tierras de Sanabria,
y siendo Abad de aquel Monastrio
fue nombrado Obispo de Astorga,
donde murió santamente.

Si quereis saber de amor
ir al pueblo de Rimor,
en aquel valle encantado
donde florecen los cerezos,
descubriréis la eterna gloria,
y al entrar en su Iglesia
sentiréis el divino amparo
de San Pedro Cristiano.

Postrados ante su altar,
allí podemos escuchar
el relato de la historia
que sale del fondo del alma
en su diálogo con Dios,
cuando le pide con fervor
que le dé la salvación.

Anselmo Prada León