He llegado a los ochenta años
caminando por los senderos
que me ha impuesto el tiempo,
dejando atrás los deseos
que la edad le ha impuesto
a mi dolido corazón.
Un mundo de silencios
llevo en el pensamiento
que se transforman en amor
y se clavan en mi pecho
con una ferviente pasión
que me deja sin aliento.
Es un encendido fervor
que despierta cada mañana,
cuando veo salir el sol
y se refleja en el agua
de este mar encantado
que está junto a mi casa.
He llegado a la vejez
y me hallo satisfecho
con la plenitud de la edad
y el encendido deseo
de haber cumplido mis sueños,
de ser padre y abuelo.
El Viejo Anselmo
sábado, 18 de mayo de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario