Suena la voz de Dios
dentro del pensamiento,
y el verso se hace amor
dentro del sentimiento.
El susurro de su voz,
altera nuestro silencio
y un concierto de amor
alegra nuestro encuentro.
Un fervor invisible
penetra en el corazón,
y todo aquello que vive
se enciende con el fervor.
Al estar tan cerca del cielo,
San Gil nos da su consuelo,
y nos entrega su amor
gracias a su bendición.
Anselmo Prada León
martes, 17 de agosto de 2010
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