A protestar yo no tengo derecho,
ya que la oscuridad de mi mirada
un mundo de colores en mí derrama,
aunque en realidad,no veo ni el techo.
quecubre el cielo de mi humilde lecho;
pero veo con los ojos del alma
la refulgente luz que del cielo baja
a iluminar los deseos que tengo.
Todo lo que la ceguera en mi ha hecho,
es mantrner en mi la eterna calma
y escuchar la santidad que me llama
pra conseguir el eterno provecho.
De Dios recibo el aliento divino
para aguantar la oscura espera,
después que la oscuridad en mi muera
y alcance la claridad de mi destino.
Vuestro amigo El Viejo Anselmo
domingo, 11 de julio de 2010
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