jueves, 22 de noviembre de 2018

JAMÁS PUDE IMAGINAR

Jamás pude imaginar
que un perro pudiera hablar,
pero al contemplar a Trasto
transmitiendo sus deseos
con ese tono encantado,
me parecía un ser humano
siguiendo la conversación.

Sus gemidos son poesía,
son alegría y cariño,
es la súplica amorosa
para ser bien comprendido
por esa sobrina preciosa
que lo trata como a un niño.

Contemplando a los dos
yo con fundamento pienso,
 o Esther acaba ladrando,
o Trasto acaba hablando;
porque, son dos corazones
unidos por un mismo deseo:
que no hay personas ni perros,
sólo existe el cariño
y el amoroso consuelo
para lograr la felicidad,
que sólo amando se puede hallar.



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