jueves, 4 de octubre de 2018

CONSEJOS DEL VIEJO ANSELMO

Lo mejor de las palabras,
es cuando suenan a gloria
y se clavan en al ama
cuando no dicen nada.
El sonido de las palabras,
es como un eco divino
que penetra en el alma
y alegra nuestro destino.
La palabra es el sustento
de la voluntad encadenada,
que se mezcla con la tierra
para que crezcan las malvas.
Hay quien habla sin parar
y no dice nunca  nada,
mejor sería callar
y dejar que hable el alma.
Toda palabra puede ser,
muy buena o muy mala;
todo depende del mensaje,
si agrada o desagrada.
Cuando se habla del ayer
pensando en el mañana,
es cuando se dice justamente
lo que pasa en el presente.
Cuando habla el corazón,
es cuando se enciende el fervor
y se tranquiliza el espíritu
para poder hablar con Dios.
Es condición humana
acariciar las palabras,
con el eterno silencio
que desde dentro nos habla.
El ruido de las palabras
y los escandalosos pensamientos,
son los que entristecen el alma
y sofocan el aliento.
La palabra hablada
jamás podrá ser borrada,
en cambio, la palabra escrita
con una goma se quita.
Al ponernos a leer
no hace falta el oído,
pues resuena la palabra
entro del espíritu.
Mientras las palabras pasan,
los escritos permanecen
y se clavan en el alma
para poder hablar siempre.
Mejor que escuchar la palabra
es tener en cuenta el mensaje,
pues la palabra se olvida
y el mensaje permanece.
Es preferible callar
que hablar sin razón,
así podremos alcanzar
lo que siente el corazón.
Para mostrar la verdad
no hacen falta palabras,
la razón nos puede dar
lo que precisa el alma.
Si sólo piensas en ti,
tienes mucho que callar,
porque las palabras vuelan
y no se sabe donde van.









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