lunes, 10 de diciembre de 2018

ANSELMO EL MINERO

Toda mi vida fui minero
sin entrar nunca en la mina,
pero de minero trabajé,
de minero me jubilé
y como minero presencié
la vida de los que entraban
cada día en la mina.
Esos si que fueron 
verdaderos mineros,
que trabajaban bajo tierra,
sin más luz que la del candil
iban espantando la oscuridad
bajo el tremendo ruido
de las máquinas perforadoras
que reventaban los oídos.

Arrancando el negro carbón,
con su negro polvo que se mete
en el pulmón y el corazón,
y se mezcla con el sudor
que mana de sus frentes,
en las largas galerías,
conde pasa el minero la vida.

Ya están cerradas las minas,
pero no se acaban los mineros,
están viviendo de sus recuerdos
y respirando las penas del paro
que tienen sus hijos y nietos
cuando no encuentran trabajo.

Bocamina La Petra en Toreno (León)



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