Las ventajas que tiene la ausencia,
es que, cuando llega la muerte
si uno se encuentra ausente,
para él, no existe la muerte,
ni muere nunca el aprecio,
ni la amistad, ni el recuerdo,
todo queda reflejado
en el espejo del tiempo.
Desde que murió Salomé,
al encontrarme yo ausente,
no funciona el reloj del tiempo,
que se detuvo la distancia
que hay entre Vigo y Toreno,
y sin darme apenas cuenta
me voy haciendo viejo,
pero sigo siempre existiendo
gracias al poder de la ausencia.
Al contemplar esta fotografía,
que fue la última vez que vi,
en aquella comida, a esa gran amiga,
la siento en este momento tan viva,
que, hasta oigo resonar su voz
dentro de mi corazón.
Todo es como un sueño,
del que no deseo despertar
y quiero seguir viviendo.
Al estar ausente en este momento,
todo sigue tan real y tan presente,
que no existe, ni entierro, ni duelo,
ni aquella cruenta enfermedad
que no se puede curar...
solo perduran los recuerdos
que viven y se pueden ver,
al pensar en Salomé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario