VOY HACIA LOS OCHENTA

Voy hacia los ochenta,
sintiendo el peso de la vejez
en mi cansado cuerpo,
pero,  es joven mi pensamiento
cuando pienso en todos
esos compañeros,
que ya están dormidos
en el frío cementerio.

Hacerse viejo es un regalo,
si hemos aprovechado
todo lo que nos han prestado,
para poder decir que la vida
nos ha sido agradecida,
aunque veamos que nuestro cuerpo
se encuentra cada vez más arrugado.

Sorprendido de lo que veo
a diario en el espejo,
yo no le hago caso,
porque hay otro Anselmo
dentro del pensamiento,
que no para de escribir
todos los sentimientos
para que no mueran nunca
aquellos recuerdos que llevo dentro.

Al envejecer estoy notando
que me voy haciendo,
un hombre cada vez más nuevo,
más amable con migo mismo
y menos crítico con los demás,
sé que me he convertido
en mi mejor amigo,
no necesito nada para soñar,
sueño despierto y dormido
y puedo compartir el cariño
con todos los que viven
día a día conmigo..

He visto a tantos amigos
que se han ido de este mundo,
pero sigue su recuerdo
constantemente conmigo.
La suerte de llegar a viejos,
sólo la tenemos los que  sabemos
lo bueno que es tener edad,
sin parar de pensar
en lo bueno que es tener
una dichosa y sana vida
para llegar a alcanzar
la mayor felicidad
para toda la familia.

La edad avanzada,
es la que nos da
fuerza y valor,
entendimiento y comprensión,
para saber que nos somos
eternos ni perfectos,
y queremos combatir la imperfección
a base de tener resignación.
Sabiendo que ya voy
hacia los ochenta años,
habiendo vivido lo suficiente
para que mi pelo ondulado
se haya vuelto todo blanco
y siga adornando
con agradable sonrisa
mi interna juventud.

Al llegar a envejecer,
es más fácil creer
que uno es positivo.
y se preocupa menos
de lo que piensan los demás,
que no saben si van a llegar
a tener mi misma edad.

Me gusta ser viejo
y gozar de ser abuelo,
porque la sonrisa de los nietos,
ofrecen. el mismo cariño
que sentía cuando era niño.

Abrazos del Viejo Anselmo