jueves, 2 de agosto de 2018

CON LA VEJEZ ENCIMA

Voy con la vejez encima
sonriendo siempre a la vida,
aunque los amaneceres estén
algunas veces nublados,
todo me parece hermoso,
porque no paro de sonreír
en mi humano vivir.
 
Aunque ya soy un anciano
sigo sin parar soñando,
porque soñar no cuesta nada
y apaga los sentimientos del alma,
ya que el soñar es para mi
una forma de ser feliz.
 
Los viejos algunas veces
sin lágrimas lloramos,
porque llorar alivia la pena,
le da calma al corazón
y tranquiliza el alma.
 
El viejo sabe lo que es amar,
lo que es querer y vivir,
y también se sabe conformar
para ser eternamente feliz
acompañado por la esperanza,
que es la que le da fuerza
cuando llega algún sufrir.
 
 
 
 

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