Tan encantado yo estoy
con teniendo a Alex a mi lado,
que por todas partes que voy
yo lo llevo de la mano.
Sentado en mis rodillas
está mi biznieto jugando
al caballo que te pilla
que va al trote saltando.
¡Arre caballo ligero !
No pares de dar saltos,
trota hasta llegar al cielo
que yo te iré guiando.
Con esa sonrisa tan buena
y esos ojos azulados...
mientras Alex se divierta,
yo me encuentro encantado.
Cuando Alex se despierte
de su sueño en mis brazos,
acariciaré la divina suerte
y le daré tiernos abrazos.
Es como una divinidad
el tenerlo en mi regazo.
Alex no para de saltar
en el imaginado caballo.
Mientras yo troto hacia la vejez
que se esconde detrás del monte,
llevando a Alex con su niñez
y el cariño que en él se esconde.
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